CRÓNICAS DE UN CHICO ABURRIDO - ActuaCoop
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CRÓNICAS DE UN CHICO ABURRIDO

CRÓNICAS DE UN CHICO ABURRIDO

Compartim un escrit que ens ha enviat un dels nois que resideix en un dels pisos d’autonomia que gestiona ACTUA …

CRÓNICAS DE UN CHICO ABURRIDO

Desde el 14 de marzo estamos la mayoría confinados, cosa nada agradable, pero vistas las consecuencias para la sociedad si ésta no se cumple, no obedecerla sería inhumano.

Soy un joven de 18 años, no soy muy callejero, no soy fiestero, no me gusta mucho la calle y, probablemente, en el momento que escribo estas palabras igualmente estaría en casa; pero no es lo mismo estar en casa por decisión propia que sentirte obligado a estar en ella. No me quejo (bueno, un poco sí), aunque entiendo que la situación en la que nos encontramos no es nada agradable para nadie, estoy orgulloso de que la mayoría de la sociedad esté aceptando renunciar a la libertad temporalmente por el bien común, eso me da un poco de fe en la humanidad.

Estarás pensando: ¿y qué tiene que ver el título del artículo con lo que estás leyendo?, pues sencillo. Me aburría, he encendido un bastoncillo de incienso en la habitación en la que estoy escribiendo a la vez que me inflo a chocolate y bebida energética, estoy dando libertad a mis dedos a que escriban lo que les vaya pareciendo. Pero eso de estar aburrido supongo que no soy el único, y a pesar de tener muchas cosas que hacer, me paso el tiempo a un ritmo pasota a más no poder.

Durante dos semanas mi rutina ha sido la siguiente: me despertaba pronto (ni yo sé por qué, pudiendo dormir…), me hacía un café y desayunaba con la televisión encendida. Me decía a mi mismo que estaría allí unos diez minutos y que después me iría a hacer faena, pensamiento que mantenía toda la mañana, hasta que me volvía a entrar hambre. Miraba el reloj y veía que era hora de comer, cocinaba (otra cosa no, pero me estoy currando unas comilonas…). Comía con el mismo pensamiento de la mañana y aunque no hacían nada interesante en la televisión, me mantenía allí hasta la hora de cenar. Me hacía la cena y me iba a dormir.

Rutina que al cabo de dos semanas ya me tenía harto y parece que estoy destruyendo, porque estoy siendo capaz de escribir este texto, señal de que, aunque haya tardado estoy construyéndome, porque en esta cuarentena lo peor que tengo es el pasotismo y el creer que tengo todo el tiempo, cosa que me lleva a retrasar todos mis quehaceres y acabar no haciéndolos, y cuando esto acabe arrepentirme de no haber hecho todo lo que quería hacer y haber malgastado ese preciado tiempo. Pero de momento, me he hecho un horario, a ver si así consigo mantenerme constante y activo, también he habilitado una zona sin distracciones, sin televisor ni cosas que me quiten la atención, y al parecer funciona.

Pero mirando lo positivo de esta situación, me siento calmado porque nadie de mi alrededor parece haber pillado la enfermedad, cosa que, en mi básico pensamiento, es como un pequeño relajante sentimental. Espero que nunca tenga que ver sufrir a un ser querido, y no poderlo ni tocar para calmarlo y acompañarlo en esa etapa tiene que ser una situación y un sentimiento horrible. Tengo esperanza en que esta situación pronto se arreglará, pero mientras, aquí permanezco escribiendo y comiendo.

TJ

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